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Imag. 15
Detalle de paño de azulejería
manierista con diseños grutescos,
de Cristóbal Augusta.
Imagen 16
Entrada al pasadizo que
comunica los jardines con el
Patio bajo del Crucero. Sobre
la bóveda rebajada, uno de los
grandes ventanales abiertos en el
Salón de las Bóvedas.
pareadas que portan diversos objetos de carácter
simbólico (Virtudes) están los escudos heráldi-
cos de España y Portugal junto con las columnas
herácleas con filacterias P
lus Ultra
. Unos tondos
con los perfiles de Carlos V e Isabel de Portugal
recuerdan a los promotores en esta gran empre-
sa imperial. Aunque esta azulejería forraba los
cuatro salones, se eliminaron los del salón norte,
conjuntamente con las ménsulas de las bóvedas,
posiblemente tras los destrozos del terremoto de
Lisboa de 1755 y la profunda renovación de esta
sala junto con el corredor en el siglo XVIII.
En 1577 es contratado Gonzalo Pérez para pin-
tar los plementos de todas las bóvedas de los dos
grandes salones, terminando en julio de 1578.
Primero decora el salón que da a los jardines y
luego el que da al Patio del Crucero, aunque no
ha quedado constancia de los diseños plantea-
dos en la decoración. A fecha de hoy todavía des-
conocemos si estas decoraciones subyacen bajo
las capas de cal que presentan todas las bóvedas.
En 1578 este pintor continua con los arcos del
desaparecido corredor que antecedía a la Sala
de las Bóvedas, sustituido en el siglo XVIII por
la galería barroca de Van der Borcht, y con la res-
tauración de un escudo situado en su arco cen-
tral de mayor tamaño, iniciando ese mismo año
su labor en el Patio del Crucero
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. Las obras en el
conjunto del palacio gótico duraron unos doce
años, terminándose en 1588. En ese período
también se trabaja en paralelo en el Patio del
Crucero, consiguiendo como conjunto una de
las zonas más bellas del Alcázar, con decoracio-
nes representativas del renacimiento manierista
plateresco.
Partiendo de los bellos y abundantes elementos
decorativos del inmueble que hoy en día se con-
servan, nos hacemos una idea de cómo debieron
quedar renovados y resueltos tan eficazmente los
grandes salones del palacio, los cuales siguen cau-
tivando por la vitalidad que sugieren los diseños
de sus zócalos, la viveza del colorido y su gran lu-
minosidad, sensaciones que hoy en día se siguen
transmitiendo a través de la abundante luz que
entra por los ventanales, la magnífica visión glo-
bal y placentera de los jardines, y el gran colorido
y profusión de formas grutescas abigarradas en
los fondos amarillos de los azulejos (a las que ha-
bría que añadir las que debieron aportar también
las bóvedas pintadas por Gonzalo Pérez).
Este mismo concepto de renovación estilística
se traslada igualmente al Patio del Crucero y a
sus jardines subterráneos, al que por entonces
se accedía desde el interior del palacio gótico
por unas angostas escaleras situadas en la nave