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del Triunfo y a la Calle Joaquín Romero Murube,
ha sido objeto de una ardua controversia relativa
a su configuración y origen. Respecto a la forma
fueron dos las teorías esgrimidas:
• La hipótesis mayoritaria es la que sitúa este
recinto original dentro de un espacio que
comprendería el Patio de Banderas, el Pala-
cio del Yeso y el Palacio del Caracol. La mu-
ralla, cuyos únicos restos conservados serían
los de la plaza del Triunfo, la calle JR Muru-
be, y el ala oriental hasta la torre del agua,
pasaría bajo el límite actual entre el Crucero
y la Montería, y bajo el palacio del Rey Don
Pedro, para torcer hacia el Este bajo el teste-
ro Sur del palacio gótico. El resultado sería
un rectángulo irregular de 188 x 176 x 115 x
71. La puerta sería la que se sitúa en el lími-
te oriental de la citada calle, descubierta en
1960 por Félix Hernández y recuperada por
el equipo de Tabales en 2000. Esta teoría, ya
presentada por Tubino en 1885, fue defen-
dida sobre todo por R. Manzano (Manzano,
1995, 106) y seguida por la mayoría de in-
vestigadores (A.Marín, 1990,39-40), (Valor,
1991, 69) hasta nuestros días.
• La segunda hipótesis, defendida por A. Ji-
ménez (1981, 13) coincide con aquella en la
adscripción al edificio inicial de los lienzos
pétreos de las calles JRMurube y del Triunfo,
así como la cara oriental en su mitad Norte.
La diferencia estribaría en cerrar desde el pa-
tio de la Montería hacia el Este, formando
un recinto cuadrangular con el lado oriental
irregular debido a la existencia de la citada
puerta de herradura de Félix Hernández y
de la perduración aún en época omeya de la
puerta del cardo romano y de la Vía Augusta.
Respecto a la datación del recinto original, las
teorías principales se dividen igualmente en dos:
• Según la opinión mayoritaria, el primer
recinto estaría identificado con la «Casa
del Gobernador» (Dar al Imara). Apoyarían
esta hipótesis (Guerrero Lovillo, 1974,90),
(Jiménez, A., 1981, 15), (Valencia R. 1986,
164). El fundamento estribaría en el texto
de Al Bakri (Trad. E. Vidal, 1982, 33) que
cita al emir Abderraman (antes de ser ca-
lifa), ordenando en 913-914 la destrucción
de la muralla de la ciudad (dejando sus par-
tes más altas al nivel de las más bajas), tras
lo cual mandaría edificar el «antiguo Alcá-
zar» del gobernador, fortificándolo con un
muro de piedras alto y torres inaccesibles.
• Según Rafael Manzano (1976, 76) y M. Va-
lor (1991,93), tanto el estilo arquitectónico,
la fábrica, los aparejos, como los paralelos
formales con otros edificios sugieren una
cronología algo más antigua. A ello contri-
buyen según Valor (1991, 39) algunos tex-
tos islámicos, como los de Ibn al Qutiyya
(Trad. J. Ribera, 1926, 51) en el que se cita,
tras la destrucción de la ciudad por parte de
los normandos, en 844-45, cómo las tropas
cordobesas encontraron al gobernador cer-
cado en su alcazaba. También Ibn Hayyan
(Trad. E. Guraieb, 1953, XIX, 164) refiere
cómo durante la revuelta de los muladíes
en 889-90, Umayya, atacado en su palacio
del centro de la ciudad, salió huyendo en
dirección al «palacio del príncipe», donde
se resguardó. En definitiva, el aparejo irre-
gular atizonado, la forma de las torres, sus
dimensiones, etc.. y las referencias a la exis-
tencia de dos palacios en la ciudad emiral,
permitirían situar el primitivo recinto du-
rante la segunda mitad del IX, construido
tal vez por el Sirio Abdala, al que mandara
Abderraman II reconstruir las murallas (
Ibn al Qutiya, trad. Ribera, 1926, 50). Como
paralelo más claro estarían la Alcazaba de
Mérida (834) y el Castillo de Balaguer (897).
En Julio de 1999 fueron autorizadas, por parte de
la Comisión de Arqueología de laDGBC, las inves-
tigaciones encuadradas en el proyecto denomina-
do
«Análisis arqueológico integral del Real Alcázar
de Sevilla. Evolución histórica e inserción urbana»
.
Los trabajos, financiados y promovidos por el Pa-
tronato del Real Alcázar, pretendían complemen-
tar las informaciones dispersas fruto de las últimas
campañas de urgencia emprendidas, que supusie-
ron un avance considerable en la organización de
la extensa información arqueológica preexistente,
aumentando a su vez los datos disponibles sobre
las principales zonas del conjunto.