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Figura 5.
Cuarto Real Alto, Palacio Mudéjar.
Entre las partes edificadas se
encuentran las crujías entre
los Patios de la Montería y Las
Doncellas. La organización del
primer frente debió mantenerse
hasta la construcción de la
actual escalera principal, de ahí
el nombre de las cinco cuadras.
Sombrado el Despacho del Rey
(Base ALMAGRO 2013).
1580, cuando se finalizaba una escalera que lo
comunicaba con las Doncellas
7
. A partir de esta
fecha desconocemos la evolución que pudo su-
frir el Despacho, sobre todo el momento en que
sería sustituida su cubierta. La zona no aparece
afectada ni por el terremoto de 1755 ni por el in-
cendio que afectó al piso noble en 1762
8
; sin em-
bargo fue objeto de las primeras restauraciones
del XIX. De un parecer de 1806 en el que se des-
criben las obras del Maestro Manuel Zintora, se
extrae que fueron sustituidos varios artesonados
medievales por techos rasos entre los que esta-
rían las actuales Antesala, Sala de Audiencias, y
presumiblemente el Despacho del Rey
9
. A par-
tir de este momento las obras que afectan a este
ámbito son de mantenimiento y pintura de su
cubierta plana. Así parece confirmado por redac-
ciones casi coétaneas: el memorial sobre los tra-
bajos de Joaquín Domínguez Bécquer (1848-54),
en el que se menciona que muchos artesonados
habían desaparecido para dar lugar a techos ra-
sos de cal y yeso
10
; y la memoria de intervencio-
nes dirigidas por José de la Coba entre 1854-57,
que reconoce específicamente que en la sala se
había reparado y encintado su cielo raso, maes-
treado las paredes y arreglado las puertas
11
.
No hay más noticias de intervenciones hasta que
a finales del siglo XX Rafael Manzano inicia la
recuperación del Cuarto Real Alto, proceso que
incluyó la recuperación del Mirador de los Reyes
Católicos, la ordenación de las salas de Audien-
cias y la dotación estancias privadas para la Casa
Real, entre ellas el Despacho del Rey como es-
pacio de trabajo para Don Juan Carlos I. Hasta
la intervención pensamos que la alcoba conser-
varía la cubierta plana de inicios del Ochocien-
tos, aunque no tenemos ningún dato sobre este
punto más que la cubierta actual fue instalada
en este momento.
Durante esa restauración se tendría la oportuni-
dad de instalar una estructura de mayor porte,
sustituyendo la techumbre de escayola por un
alfarje que nunca formó parte del Alcázar, y que
según el escudo de armas que luce perteneció a
la casa palacio sevillana de los Solís. La instala-
ción en este ámbito supuso la recuperación de
esta singular pieza de carpintería; comenzaba la
última singladura de este techo errante.
El Techo errante
Uno de los primeros detalles que llamó la aten-
ción sobre el alfarje es la repetición del escudo
del apellido Solís, lo que nos llevó a situarlo en
la casa que la familia tenía en la actual Plaza del
Duque de Sevilla. A partir de ahí desarrollamos
una investigación paralela a propósito de la
evolución que tuvo esta residencia y sus prime-
ros propietarios.
La rama más importante de la familia en la ciu-
dad parte de Lorenzo Gómez Solís —conocido
por Gómez de Solís—, hijo de Diego Fernández
de Solís y Ovando, natural de Cáceres. Desco-
nocemos el momento en que llegó a Sevilla,
donde se casó en segundas nupcias con Dª
Beatriz de Esquivel perteneciente a una familia
conversa bien establecida en la ciudad
12
. Este
enlace debió producirse sobre 1495, siendo ya
vecino hispalense, Veinticuatro y Comendador
de la Orden de Santiago. Estos cargos se vie-
ron implementados con los municipales de Fiel
Ejecutor, Alcalde Mayor de las Sacas del Arzo-
bispado, y encargado de la zobairía de la Adua-
na, que había heredado de su suegro Pedro de
Esquivel
13
. A su patrimonio también hay que
sumar el Señorío y fortaleza de Ojén en Málaga,
la Tenencia del castillo onubense de Aroche
14
, y
durante algunos años la alcaldía de la fortaleza
de Sanlúcar de Barrameda en Cádiz
15
.