Apuntes del Alcázar de Sevilla. Nº 16, 2015 - page 123

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Figura 7.
Detalle del
opus rusticum
Figura 8.
Estanque de Mercurio, con la
fachada grutesca al este y el
Cenador Bajo y el Mirador alto
al norte
En cualquier caso, el plano de Van der Borcht,
contemporáneo a las actuaciones realizadas en
el Grutesco tras el terremoto, nos sigue mos-
trando la misma disposición de las murallas
construidas entre los siglos XII y XIII para cerrar
el Recinto IV. El paseo y la contemplación del
paisaje siguen siendo claves esenciales de la Ga-
lería del Grutesco:
«j. Galería Brutesca, que tiene paso cu-
bierto y otro enzima descubierto y por ella
se va por las murallas a la que mira a la
Fávrica y a la Torre del Oro».
Los siglos xix y xx
Los avatares del Grutesco durante el siglo XIX
quedan recogidos también en la publicación de
Baena Sánchez: en 1814 y 1816 se repiten los in-
formes de Manuel Cintora, entonces maestro
mayor del Alcázar, advirtiendo del estado de pu-
drición de las vigas; en 1839, y ante la falta de
actuaciones, es necesario apuntalar para evitar
hundimientos; en 1840 se lleva a cabo la con-
solidación y sustitución de las vigas, bajo la di-
rección de Melchor Cano; en 1853 y 1854 Juan
Manuel Caballero vuelve a advertir de ciertas vi-
gas podridas y goteras de consideración; en 1860
José de la Coba reincide en el estado ruinoso de
la viguería y el cielorraso, llevándose a cabo la
sustitución de la madera podrida; en 1882 y 1892
José Gómez informa acerca de la necesidad de
reparar solería y desconchones…
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En definitiva, y aunque la relación anterior po-
dría ser entendida como una acumulación de
calamidades, si lo enfocamos desde otra pers-
pectiva también podría ser considerada como
la habitual labor de conservación y manteni-
miento que debía recibir un elemento arqui-
tectónico de tal magnitud, más aún si contaba
con una estructura de madera susceptible de
deterioro a causa de las humedades de muros
y cubierta.
Por otro lado, en 1877 se plantea la construc-
ción de una escalera desde la huerta. Coincida
o no con la escalera actual que desembarca en
las inmediaciones del Cenador de la Alcoba, es la
primera información relativa a la posibilidad de
unir las estancias del Palacio con lo que enton-
ces todavía era zona de huertas sin necesidad de
pasar por los jardines intermedios. Así, la Galería
del Grutesco complementaría su función origi-
nal de mirador con la de puente de unión entre
dos ámbitos separados
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.
A principios del siglo XX el Alcázar fue objeto
de un nuevo remozamiento, con José Gómez
como arquitecto y el marqués de Vega-Inclán
como generador y catalizador de dicho empu-
je. Son de principios del siglo XX los jardines
de la parte oriental al Grutesco que llevan su
nombre —Jardines de Vega-Inclán—. Situados
en la antigua Huerta del Retiro, quedan deli-
mitados al oeste por la cara de la Galería que
nunca fue diseñada como fachada a jardín por
Vermondo Resta.
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