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La Puerta Primitiva del Alcázar de Sevilla. Memoria Arqueológica
Año edición: 2002No de páginas: 262 págs.Editorial: Parques NacionalesLengua: Castellano
Encuadernación: Tapa blanda ISBN: 9788480144728 Plaza de edición: Madrid Precio: 27,00 € |
La transformación urbana de los barrios y el caserío, la apertura de plazas, la ampliación de áreas edificadas, etc. son realidades habituales en cualquier centro histórico desde su fundación. En pocos de ellos, no obstante, se han producido fenómenos de absorción y desfiguración tan drásticos como los vividos por el que fuera centro político y militar de una de las ciudades más influyentes de Al Andalus. En efecto, el alcázar de Isbiliya, erigido como fortificación, fue ampliando sus recintos, siglo tras siglo, como espejo de su creciente peso en la política peninsular. A inicios del siglo XIII, poco antes de la conquista castellana, las murallas palatinas de la alcazaba almohade cercaban un área cuyos límites parecen hoy sorprendentes al abarcar la Mezquita Aljama, la Giralda, la Torre del Oro, etc.
Las razones por las que aquel escenario fortificado fue desfigurándose desde entonces hasta llegar a la esquemática realidad actual son múltiples, pero sigue sorprendiendo cómo pudo simplificarse hasta el punto de hacer desaparecer, y no sólo para el uso, hitos tan significativos para la ciudad durante siglos como las puertas, torres y accesos que servían de comunicación entre la medina y la alcazaba.
Cuando paseamos por el turístico barrio de Santa Cruz, con calles inventadas en los años sesenta del siglo XX, o subimos desde el río hacia la Catedral, Archivo de Indias o el actual Alcázar, cruzamos sin saber antiguos lienzos fortificados, pisamos sobre viejas puertas que yacen bajo el asfalto, y, en definitiva, atisbamos una realidad, que pese a su obvia grandeza, dista mucho de la que observaron las huestes de Fernando III en 1247.
En el ángulo nororiental de la fortaleza primitiva se ubicaba la única puerta de acceso desde la ciudad. Poco después de su erección se promovieron cambios drásticos que supusieron su transformación con la creación de un castillete en recodo para dificultar el paso. Eran tiempos previos a la llegada de los almohades, en 1147, y el esquema militar presente en las murallas sevillanas era muy similar al de otras tantas urbes andalusíes con un origen romano, como Mérida o Córdoba.
Tras la invasión norteafricana se impuso desde el alcázar un programa de transformación y ampliación urbana cuyas consecuencias hoy disfrutamos (y sufrimos) los sevillanos de a pie, ya que pese a los numerosos cambios acaecidos en los últimos ochocientos años, la ciudad que habitamos debe su esquema viario y la organización del caserío a este impulso. En el alcázar esto se tradujo en la destrucción de la mayor parte de los palacios interiores, la subida artificial de cotas, la erección de una decena de nuevos y ordenados palacios y el traslado del sistema de accesos hacia el Suroeste del conjunto, cerca del revitalizado puerto fluvial. Con ello, la antigua y esbelta puerta de la alcazaba antigua quedó relegada primero a un simple portillo, y, poco después, desde la Baja Edad Media, definitivamente cegada. En el siglo XVI se edificó una vivienda en su interior, y al exterior, el nuevo Hospital Real se empotró directamente contra la muralla, ocultando ambos edificios durante cuatro siglos cualquier indicio del principal tránsito de la ciudad islámica durante los siglos X al XII.
Durante los meses de Octubre y Noviembre de 1999 se llevaron a cabo las primeras investigaciones en la esquina nororiental del Alcázar de Sevilla, lugar en el que actualmente se localiza la casa no 16 del Patio de Banderas, rehabilitada como sede de la Agencia de la Biodiversidad, organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente.
Ese primer contacto supuso la eliminación de los revocos recientes que cubrían las murallas y portada islámica, la supervisión de las remociones de tierra practicados y la ejecución de algunos sondeos de identificación y datación muraria. Como fruto de ese trabajo se confeccionó un informe provisional que sirvió de base a un reformado destinado a la puesta en valor y restauración del área afectada por la muralla, torres de flanqueo y puerta del alcázar.
En desarrollo del citado reformado se procedió a completar el estudio arqueológico a la par que se restauraban las estructuras islámicas recién descubiertas. Ambas actividades, estudio y restauración, fueron completadas entre los meses de Diciembre de 1999 y Abril de 2000. Por lo que respecta a la investigación arqueológica, ésta se centró en la segunda fase en la ultimación de dos zanjas corridas de un metro de ancho a lo largo de las dos murallas islámicas; también eliminamos el cegamiento que taponaba el arco y la bóveda de la puerta y se desescombró el interior de la torre occidental de flanqueo.
El resultado final de la investigación se expone en el presente trabajo, que incorpora además como anexo un informe de la restauración de la muralla, los revocos de la puerta y el cimacio de mármol localizado sobre la clave, actividad realizada por la empresa JBA. Construcciones Bellido SL.
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